Lo primero que pensé cuando comenzó el caso Mari Luz fue: "con la familia gitana, el pederasta no vive ni dos días". Muy racista sí, pero es lo primero que me vino a la cabeza. Pero, primera y grata sorpresa, Juan José Cortés, el padre de la niña, reaccionó de una manera totalmente admirable, confiando en la justicia y pidiendo calma porque estaba convencido de se aplicaría justicia. Es totalmente admirable y digno de aplauso que en una situación así, con lo que le habían hecho a su hija, reaccionara de una manera tan noble. No sé cuantos de nosotros, de estar en su lugar, hubiéramos aplicado el ojo por ojo. Reacción totalmente entendible por una parte, pero si tenemos un sistema de justicia es para confiar en que sea él quien lo solucione.
Luego llegaron más sorpresas y ninguna buena. El juez Tirado y su secretaria judicial no actuaron durante dos años contra Santiago del Valle, que en ese tiempo volvió a cometer abusos sexuales. Bueno, puede pasar, pero no se puede tolerar, se merecen una sanción totalmente ejemplar.
Tercera sorpresa: los jueces sancionan al juez Tirado, "uno de los suyos", con un miserable mes de suspensión y a la secretaria judicial, con dos años.
Cuarta: secretarios judiciales y jueces van a la huelga porque consideran excesiva la sanción a la secretaria judicial y porque el Gobierno recurrió la sanción del impresentable juez Tirado, entrometiéndose, según los propios jueces, en el poder judicial.
En esa manifestación, la secretaria judicial aún tuvo la poca vergüenza de decir que "tiene la conciencia bien tranquila". Por muchas disculpas que pueda esgrimir (mucho trabajo, pocos medios), decir que tiene la conciencia totalmente tranquila en un caso que podría haber evitado da ganas de vomitar. Quiero creer que cualquier otra persona a la que le pase esto, por muchas excusas y disculpas que tuviera, estaría totalmente hundida.
En casi todos los trabajos hay menos personas que las que se necesitan, de medios se va justo y hay mucho trabajo, pero se soluciona trabajando más horas si hace falta por simple cuestión de responsabilidad y ahorrándose los cafés de media mañana tan típicos de algunos funcionarios. Y si al final pasa algo, y más si es un tema que acaba como éste, te echan a la puta calle sin la más mínima contemplación.
Claro que si los que trabajamos en empresa privada decidiéramos los castigos de nuestros compañeros (como están haciendo los jueces), nos ahorraríamos ese problema y podríamos hacer lo que quisiéramos sin tener que dar cuentas a nadie. ¿Para qué ser responsable y trabajar si al final los que nos tienen que sancionar somos nosotros mismos?
Y después de todo este lamentable espectáculo (despido libre para los funcionarios ya), la respuesta de Juan José Cortés todavía es más admirable: un cabrón que no estaba en la cárcel por un error judicial mató a su hija, pidió confianza a la justicia y ésta le paga así. No sé qué lección sacar de todo esto.
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3 comentarios:
Cualquier persona en el lugar del padre busca la vengaza x su cuenta y aunq las cosas no se hagan así tendría todo el derexo xq un depravado q tendria q estar en la cárcel ha matado a su hija.
Si x mi fuera ese juez no volvía a ejercer en toda su vida.
Tendría toda la justificación, no el derecho. Pero vamos, que es vergonzoso que el juez sólo haya sido multado con 1.500 euros y encima lo recurra
Tienes razon, derecho no tiene.
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