El Parlamento gallego condenó la semana pasada la dictadura franquista y reconoció la dignidad de todas las víctimas, sean del bando que sean. Se vea por donde se vea, es un paso adelante (con 30 años de retraso, pero más vale tarde que nunca). El partido de la derecha se va liberando del pasado. Con lo fácil que le habría sido hacerlo hace años, a pesar de contar en sus inicios con gente como Fraga o Arias Navarro, y los beneficios que le hubiera generado, además de la obligación moral.
Pero como el PP actual no sabe hacer nada bien ni cuando efectivamente hace las cosas bien tuvo que salir González Pons, considerado por él mismo como el "extremista del centro", a decir que el PP gallego había sido "forzado" a condenar el franquismo. No es que sea Fraga, ministro de la dictadura, el que se oponga a la condena, si no un representante del "nuevo PP moderado" de Rajoy.
El cuento de nunca acabar. En Alemania cuando algún político se niega a condenar la dictadura nazi o comunista que sufrió el país se cava su tumba política, al igual que en muchos de los países de Europa del Este. Aquí, en cambio, los "centristas" hacen todo lo posible por no condenar a Franco. Y la mayoría de las veces, esquivan la condena cayendo en el ridículo y el absurdo. Como ahora, que Fraga (ministro franquista, recordemos) le echa en cara a González Pons (que cuando murió el dictador todavía debía ser menor de edad) sus declaraciones sobre "condenas forzadas".
lunes, octubre 13, 2008
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