martes, septiembre 25, 2007

En el Palacio de la Justicia, siga recto

O el mundo de los taxistas limeños.

Tercer día en Lima (llevo más pero me es difícil actualizar). Me levanto y me dirijo a la avenida Larco para coger un taxi rumbo al trabajo, o chamba como se llama acá.

Tras darle la dirección y el posterior regateo de rigor, empiezo a hablar con el taxista. Natural de Arequipa, al sur del país, antes tenía un restaurante que tuvo que cerrar. Aquí las crisis no perdonan. Para ganarse el pan tuvo que coger el taxi en su ciudad natal antes de venir a Lima. Algo, coger el taxi al no encontrar otra cosa, bastante habitual por lo que he hablado estos días con los taxistas.
Cuando apenas llevábamos dos minutos en el carro, me pidió que le guiara porque acababa de llegar a Lima y todavía no conocía las calles. Con tres días por Lima, una ciudad de casi 8 millones de personas oficialmente (más según datos oficiosos) y un tráfico caótico, me tocaba guiar al taxista hasta el trabajo, un trayecto de unos veinte minutos. "En peores plazas hemos toreado. Al fin y al cabo esto es relativamente fácil. Sólo hay que coger la vía expresa y una vez allí acertar con la salida. Además, voy con el tiempo justo".


Llegar a la vía expresa (una especie de autopista que cruza Lima de norte a sur) no supuso ningún problema. Hasta un niño podría hacerlo. Pero la vía expresa ya es otra cosa, cuando habíamos atravesado unos cinco o seis puentes empecé a dudar de en cuál de ellos teníamos que salir. En los atascos aprovechábamos a preguntar a los conductores y también a los vendedores de periódicos que hay en la vía expresa. Sí, en la vía expresa, una autopista al fin y al cabo, también hay gente vendiendo cosas. Cosas veredes... Finalmente, uno de ellos nos dijo dónde teníamos que salir. Bien.

Palacio de la (In)Justicia en Lima


Una vez fuera de la vía expresa, ya sabía cómo llegar. "Siga recto, ahora izquierda, derecha, etc..." Por fin vimos el Palacio de Justicia, a apenas unas cuadras del curro. "En el Palacio de Justicia, siga recto". "O.k.". Yo ya estaba pensando más en el trabajo que en el camino cuando vi que el Palacio de Justicia, popularmente conocido como de la Injusticia, no quedaba en el lado que tendría que estar (derecha), si no que el taxista había girado y, ¡otra vez!, estábamos en un sitio que no teníamos ni idea ninguno de los dos. Tras una nueva ronda de preguntas y cuando yo ya estaba a punto de bajar del carro e ir andando hasta el trabajo, por fin apareció el edificio del trabajo.

Prueba superada. Yo entraba a trabajar más o menos a la hora y él había aprendido unas cuantas calles más. Trabajando doce horas al día como trabajan, ahora mismo ya dominará Lima. Otros taxistas también se merecen su propio post, como el heavy originario de la selva con el que tal vez me vea en Kreator. Pero eso será otro día (si saco tiempo, como siempre).

5 comentarios:

PepitoGrillo dijo...

Pero a quien se le ocurre ir a Perú a trabajar...?!

dAv!d dijo...

Ándate con cuidado por esas carreteras que son malas fechas. Sin ir más lejos, hoy se ha estrellado un autobús en Abancay (Apurimac), el pueblo de mi novia, que le ha costado la vida a varias personas (falta por confirmar el número) y unos cuantos heridos.

Defender of the Faith dijo...

Ya sé que no es muy habitual pero salió la oportunidad y me costó poco decidirme

Gracias David, iré con cuidado. El tráfico es una de las cosas que más avisan antes de venir.

Así q tu novia es peruana, q casualidad. Aquí también hay una buena colonia de oscenses, de hecho vivo con otra.

Señor_S dijo...

Por cierto al llegar una hora tarde te echaron bronca los jefes? les contaste tu historia con el taxita o es que directamente alli el nivel de vida es diferente al nuestro y si llegas tarde para ellos es puntual o algo asi?
No quisiera parecer racista pero creo que por sudamerica las cosas se las toman mas despacio que nosotros pero sin ofender o cosas asi eh? que nos conocemos y en seguida me ponen a parir.
Un saludo

Defender of the Faith dijo...

Llegué media hora tarde y al contarlo se echaron a reír. A ellos también les ha pasado pero claro, no es comparable, ellos son limeños y yo no.

Ojalá se pudieran tomar el trabajo como nos lo tomamos en España. Fujimori acabó con los sindicatos y con casi todos los derechos laborales. Antes trabajaban ocho horas, como tiene que ser. Ahora la mayoría trabaja 12 horas sin exagerar, hay algunos que trabajan todavía más y yo, bueno, no me puedo quejar, de 9 de la mañana a 6, 6 y media de la tarde.