sábado, junio 24, 2006

Chitss, no preguntes

Fernando Jáuregui

Hay que suponer que es un fenómeno que, en mayor o menor medida, ocurre en todas las partes del mundo, pero a mí me preocupa que suceda aquí y ahora, cada vez con una frecuencia e intensidad más alarmantes: la clase política -así, en general- tiende a olvidarse de nosotros, tiene propensión a desdeñar el pequeño detalle de que está donde está gracias a nuestros votos y cobra sueldos y dietas gracias a nuestros impuestos. En cambio, el político-tipo se aísla en un campo de batalla corporativo, crea un Estado dentro del Estado que se compone de escarceos dialécticos en los medios de comunicación, viajes gratis total, almuerzos más o menos conspirativos y reuniones en el secreto, rebautizado como «discreción», con otros políticos-tipo. Y, claro, ni tiempo tienen de pisar la calle y ver qué se cuece allí.
(...)
Es triste ver cómo los propios periodistas cooperamos, sin rechistar demasiado, a esa forma de anulación que consiste en convertirnos en micrófonos ambulantes para recoger, sin preguntar, lo que el prócer nos haya de decir. O transformarnos en cámaras fotográficas que solo recogen el lado bueno del insigne. Es, sin duda, un método -que se va consolidando- de deformar la imagen, la estética y, desde luego, la ética de la actuación de nuestros responsables de la cosa pública, estén en el Gobierno o en la oposición.Y no: lamento decir que no hay transparencia en la actuación de esta nuestra clase política, enzarzada en sus juegos en la comisión (D. E. P.) del 11-M, pero no en un afán de esclarecer la verdad; tirándose los trastos a la cabeza en materia de lucha contra el terror; extendiendo el campo de lucha a la política exterior y tratando siempre de hacer comulgar a la ciudadanía con ruedas de molino, tópicos absurdos, simplificaciones para tontos que antes nos han vendido a los medios.

A pesar de no ser santo de mi devoción, comparto bastante de lo expresado en el artículo. Se pueden contar con los dedos de la mano las veces que he escuchado una pregunta procedente de un periodista realmente comprometida a un político (quitando las "obligadas" por la línea de la casa). ¡Quiero ver ya una entrevista que ponga contra las cuerdas a un político, el que sea!

Los únicos que siguen siendo la mosca cojonera que todo periodista tendría que ser son, casualmente, aquéllos que trabajan en espacios de humor estilo CQC primera época o El Informal con Guiller Moore y su Tocando las bowling, y claro, qué más les da a los políticos que les pregunten por asuntos delicados si al ser de esos programas se les puede contestar con otra coña. Resultado: una clase política contenta con medios domesticados, para así poder escapar sin dar explicaciones si no les apetece, que las ruedas de prensa sin derecho a preguntas o el envío de noticias a redacciones ya explicarán bastante bien el tema.

No hay comentarios: