El rey ordena retirada a sus peones, o eso parece

Pedro J. dice en un editorial de esta semana que El Mundo (anteriormente un periódico decente y que yo leía) jamás ha sostenido una teoría de la conspiración. No voy a entrar a discutir en esta nueva mentira porque es perder el tiempo. Voy a hablar de cómo creo que la "investigación del 11-M" se evaporará.

Conforme pase el tiempo y el juicio vaya deshaciendo todas las tonterías de la conspiración cada vez más padrinos de los peones se irán desmarcando. Con el tiempo únicamente quedarán defendiendo la "verdad" (o "no teníamos que haber perdido el poder y si no se nos devuelve no respiramos") Luis Del Pino, Pío Moa, César Vidal, Losantos, Acebes o Astarloa y personas de a pie engañadas. Frikis reaccionarios de extrema derecha y/o aprovechados, los primeros, que en un país normal, como mucho, hubieran llegado a presentar un programa al estilo de Iker Jiménez, contando sus cosas sobre ovnis y apariciones (en su caso sobre los masones que hay en el Gobierno, visto en el debate Alto, fuerte y claro en Popular TV, que en ocasiones modera, y no es coña aunque lo parezca, el Fede o Nacho Villa, el tipo que no deja hablar en 59 segundos).

Pero Spain is different y aquí son el referente para una parte importante de la derecha, la misma que cuando se quita las estatuas de Franco va a despedirle o que grita "Zapatero al hoyo con tu abuelo" en manifestaciones contra ETA. Si estos "periodistas" e "historiadores" abandonan las mentiras, también conocidas como teoría de la conspiración, sus peones no se lo perdonarán nunca y quiero creer que es demasiado tarde como para que les vuelva a acoger en su seno la derecha civilizada y democrática de este país, que la hay, aunque con lo que se escucha a veces hasta a mí me cuesta creerlo. Se han puesto la soga ellos solos y los pies empiezan a no tocar la silla. Es sólo cuestión de tiempo (la sentencia del juicio o el descalabro pepero de 2008) que estos nombres pasen al baúl de los recuerdos o a Libertad Digital TV.

Volviendo a Pedro J., el director de El Mundo no tiene porqué preocuparse. Evidentemente seguirá al frente de su periódico (que, repito, antes era serio) y forradísimo pero su credibilidad ya no la podrá mantener de ninguna manera. Aunque en el periodismo español de hoy, instalado en la trinchera (unos más y otros menos, es importante matizar), eso sea un complemento de quita y pon. Tampoco es que pierda mucho, antes tenía muy poca (aunque sacara el GAL, los fotomontajes en portada, ese punto de amarillismo que siempre le ha acompañado y los bujeros negros no ayudan para convertirse en referencia) y ahora tiene todavía menos, pero por el camino ha hecho su agosto particular con los bujeros negros, las fragonetas y el ácido bórico. Cuando la crispación se acabe, dejará sus tonterías y volverá a lo que era en 2003, un periódico de derechas pero serio dentro de lo que cabe.

Retomando el editorial, no queda claro si es corneta de retirada (primer punto) o un aviso de que seguirán (cuarta puntualización). Más bien parece ser esto último pero en plan Curri Valenzuela, "se sabe la verdad pero no toda", lo dejamos pero algo oscuro hay. Dáme paciencia señor, paciencia.